Así lo conocíamos en el ambiente, por Franchino. Fue uno de los talentosos reporteros de la noche a quien el maestro Félix Laiño le encargaba insólitas notas de calle tan leídas en el desaparecido vespertino La Razón, además de algunas referidas al ámbito artístico, donde casi siempre encontraba el dato distinto de cada caso, a veces infantil, pero no por eso dejaba de ser sorprendente. Con la llegada del celular, la internet y demás chiches, sin olvidar a la manada de panelistas que se dicen periodistas, van desapareciendo los reporteros que nutrieron de noticias a los diarios de todo el mundo del siglo pasado.
José María Franchino Arnaiz, quien murió en su casa de Ezeiza en la madrugada de este miércoles, tuvo el raro privilegio de convertir su primer apellido en el apodo con el que todos nos referíamos a él cariñosamente, había cumplido en noviembre 81 años. Dessarrolló una intensa labor profesional, además de La Razón, en revistas y agencias. Pero su trabajo no se limitó a lo estrictamente periodístico, ya que con su esposa, la querida Beba Arnáiz, quien falleciera el pasado 28 de enero, trabajaron activamente en APTRA en momentos muy dificiles de la entidad de los periodistas de TV. Siempre cercano y comprometido con la institución, Franchino colaboró con todas sus conducciones, ya sea como integrante de las comisiones de clasificación de materiales del Martín Fierro Federal, o bien en la organización de alguno de nuestros eventos. Muy querido por todos los que tuvimos la suerte de conocerlo, tratarlo y gozar de su amistad, nos toca despedirlo con dolor y hacerle llegar a sus deudos nuestro más sentido pésame frente a esta irreparable pérdida. Por decisión de la familia sus restos no serán velados.
Luis Pedro Toni